El agua fluia a
chorritos que salian puros y cristalinos de entre las rocas y el musgo en
aquella grieta. A la sombra, sentados en las piedras frescas y envueltos de
helechos descansabamos nuestras maltrechas espaldas y nos refresacabamos con el
agua del riachuelo, escondidos de la luz del sol que nos esperaba fuera de la
grieta, y del angosto camino por el que veniamos andando. Fuera de ese pequenyo
santuario estaba el caminito, de poco mas de un metro de ancho, que transcurria
por la ladera de la montanya, subiendo y bajando, y nos brindaba unas vistas
magnificas del valle que se extendia muchos metros por debajo nuestro.
Andabamos por encima de los dos mil quinientos metros de altura e ibamos hacia
Khorlabesi, desde Laprak, cargando nuestras pesadas mochilas.
Pero algunos
dias habian transcurrido hasta que llegamos hasta ese punto. Todo empezo en
Gorkha, un pueblo mas o menos grande, centro neuralgico de la zona, situado en
lo alto de una montanya al norte de la autopista principal que une Kathmandu y
Pokhara. Ya habia estado aqui antes, un par de veces. Gorkha es una antigua
gloria, ahora adormecida. Y es que, antiguamente, fue la primera capital de
Nepal, si no me equivoco. Prithvi Narayan Sha, el conquistador que unifico
todos los reinos separados que se extendian por el actual Nepal en uno solo,
formando asi el territorio que ahora conocemos, fue de esta manera el primer
rey de Nepal, y asento la capital en Gorkha, donde el habia nacido. Comenzaba
asi la dinastia Shah en Nepal, que no terminaria hasta siglos despues. Gorkha
es, pues, la antigua capital del reino, antes de asumir Kathmandu esta funcion,
y conserva el antiguo palacio real y templos varios que fechan de su era
dorada.
Esta vez, aun
asi, no estabamos en Gorkha para admirar su antigua fama. Estabamos en Gorkha
para ir a Barpak de una maldita vez. Mucho se nos habia resistido este
pueblecito ya, y esta seria la vez definitiva. Sabiamos lo que teniamos que
hacer, simplemente necesitabamos los astros de nuestra parte para que todo
saliera bien y no hubiera otra huelga general o otro monzon bien colocada que
nos los echara todo por los suelos. El itinerario era el siguiente. Debiamos
tomar un bus en la plaza principal de Gorkha que nos llevaria a un pueblecito
llamado Baluwa y des de alli andar seis horas o tomar un jeep que nos subiera a
Barpak.
Y, bonobos, lo
conseguimos! Llegamos a Barpak el dia 26 de febrero, habiendo salido de
Kathmandu el dia previo. El viaje en bus transcurrio por un camino por el que
ningun autobus espanyol se atreveria a entrar. Y esque los autobuses nepalies
son verdaderas maquinas infernales capaces de cualquier cosa, hasta que se
quedan sin gasolina, como me ha pasado alguna vez. Afortunadamente esta vez
nada malo paso y fuimos directos hacia Baluwa, haciendo paraditas de vez en
cuando (los nepalies no se saltan un daal bhaat ni en broma), y avanzando
lentamente por un ancho valle lleno de terrazas cultivadas con cereales y
mostaza. La flor amarilla de esta especia inundaba partes enteras del
escenario, salpicado de casitas y pequenyas villas de barro. El cielo brillaba
azul y todo era perfecto.
Llegados a
Baluwa nos toco esperar unas dos horas. El pueblo constaba de dos calles con
algunas tiendecitas y muchos locales y perros nepalies apalancados tratando de
evitar el sol que ya empieza a pegar demasiado fuerte a las horas del mediodia.
No se oia nada y el sabatismo era absoluto, como suele serlo en cualquier
pueblo nepali entre las doce y las tres y pico. El jeep venia de no sabemos
donde, a buscarnos a nosotros dos y a otros seis o siete locales que tambien
querian subir a Barpak. Y al final llego. El polvoriento jeep nos sirvio un aun
mas polvoriento trayecto de hora y media por un camino de locura en el que se
quedo atascado un par de veces y hubo que dar un pequenyo empujon. Ibamos
embutidos en la parte de atras, con nepalies y mochilas de nepalies, y alguna
que otra cesta llena de pollitos estresados piando como locos.
Y llegamos al
pueblo de marras! Habiamos salido a las siete y media de Gorkha y llegabamos a
Barpak al atardecer, con los ultimos resquicios de luz del dia. Habiamos
llegado a lo que parecia ser el centro neuralgico del pueblo, con la escuela,
un guesthouse, y DIOS MIO, un ciber cafe. Pero no era hora de ciber cafes, era
de noche practicamente, y aun no teniamos donde dormir. El guesthouse que
teniamos en nuestros morros estaba... lleno! Otra sorpresa. Aunque los turistas
que lo llenaban no nos parecian muy distintos a los nepalies. Podian ser
turistas nacionales o indios que no sabiamos diferenciar. No habia muchos de
todas maneras. No habia mas guesthouses propiamente en el pueblo. Habia que
subir un grado mas hacia lo rustico en lo que a alojamiento se refiere,
debiamos encontrar lo que aqui llaman home stay, o estancia con una familia.
Como Barpak es un pueblo por el que pasan bastantes expediciones en temporada
alta que se dirigen a coronar el Manaslu, el octavo ocho mil mas alto del
mundo, hay mas de una casa que esta acostumbrada a alojar turistas en su seno.
No tardamos mucho en encontrar una familia, despues de preguntar un poco, en lo
alto del pueblo, que nos alojaria en su casa.
Estabamos en el
extremo de lo rustico, calramente. La familia, en si, eran una madre y una
hija, que vivian en una casa de dos pisos embutidisima entre otras casas de dos
pisos hasta el punto en que por las rendijas de las paredes de madera podiamos
ver las estancias de las otras casas. En el piso de abajo estaba la
cocina-comedor y la habitacion de nuestras amfitrionas. La cocina era unos de
estos hornos de barro que funcionan con lenya que estan en todas y cadascuna de
las casas de los pueblos nepalies. Es una estructura de barro situada a baja altura, como un hogar, y la
gente siempre esta sentada en sus taburetes bajos, alrededor de las cazerolas
humeantes en las que se cocina el daal bhaat, charlando. El piso de arriba era un gran dormitorio con
ocho camastros duros como solo los camastros nepalies pueden llegar a ser. Era
como una buhardilla, con el techo en bajada. Solo habia una ventana, minuscula
por la que se veian las montanyas. No habia mas invitados, asi que teniamos
toda la habitacion para nostros.
Oscura y triste instantanea de nuestra habitacion, es todo lo que tengo! |
Tomando el te con un senyor que pasaba por ahi, delante del hornillo de barro en la cocina. |
Bueno... para
nosotros, para el gato que deambulaba por la calle de enfrente por el dia y por
nuestras camas por la noche y para un numero indeterminado de ratas que tuvimos
el placer de oir hurgar entre nuestras cosas durante las dos noches que
dormimos ahi. Confiabamos en las aptitudes cazadoras del gato cuando cerrabamos
nuestros ojos por la noche, pero este y las ratas parecian haber aprendido a
convivir mucho antes de nuestra llegada.
La estancia en
esa casa fue todo un puntazo, pese a los visitantes nocturnos. Por la manyana
(eso significa las cinco y media o como mucho las seis), la habitacion empezaba
a llenarse con los cantos de los gallos y el sonido de la actividad nepali que
empieza muy pronto y mas en un entorno rural como este. La habitacion se
llenaba del humo que subia de la cocina en la que ya se preparaba daal bhaat y,
al abrir un ojo, se podian ver rayos de luz perfectamente definidos que se
colaban entre los agujeros de la madera y se proyectaban a traves de la
oscuridad de la habitacion y del humo que se extendia por el ambiente. A fuera
el sol asomaba por las altas montanyas que se extendian por el horizonte y si
mirabamos por la diminuta ventana de nuestra habitacion, veiamos la cumbre
dorada del Boudha Himal, un seis mil, y toda su cordillera nevada y banyada por
la luz del amanecer, que protagonizaban las vistas desde Barpak.
Bajar a
desayunar significaba lo mismo que bajar a comer o a cenar en esa casa nepali.
Significaba ser servido una abundante racion de daal bhaat por una madre gorda
y con las mismas ganas de cebarte que tiene tu propia madre. Y, como es
tradicion en Nepal, significaba ver como el plato de daal bhaat se iba
volviendo a llenar por la misma madre gorda mientras hubiera arroz, lentejas y
acelgas en la cazuela, mientras nos invadia la frustracion de ver que el plato
no se terminaba nunca. Asi se come el desayuno, la comida y la cena en Nepal.
Desayuno energetico nepali: sopa de lentejas, arroz y acelgas. |
Ni la madre ni
la hija, de unos diecisiete anyos hemos concretado, hablaban ni una palabra de
ingles a parte del universal OK. Eso lo hacia todo mas divertido e imposible.
Por suerte, nuestro escaso conociemiento de nepali nos brindo el lexico
suficiente para hacerles entender que no queriamos que nuestro daal bhaat fuese
picante, que no nos sentaba bien. Eso era todo cuanto necesitabamos hacer
entender y lo conseguimos. Y es que, a base de ir preguntando a nepalies, hemos
conseguido memorizar como cuatro o cinco maneras distintas de comunicar que no
queremos que la comida pique. Hemos aprendido a decir "no me gusta el
picante", "sin picante", "no le pongas picante",
"no quiero picante" y hasta "lo picante no esta bueno".
Para sobrevivir hay que usar el ingenio...
Bien pues,
decidimos que nos ibamos a quedar dos noches en aquella casa cuando vimos el
rollete autentico que se respiraba en el pueblo. Queriamos pasar un dia entero
alli antes de echarnos a caminar por las montanyas rumbo al siguiente
pueblecito. Nos pasamos todo el dia 27 dando tumbos por Barpak, perdiendonos en
sus callejuelas y haciendo fotos a los ninyos. Visitamos el ciber cafe,
tambien. Tenia la esperanza de poder deciros algo desde alla, pero la conexion
era tan tristona que le costaba respirar. La actualizacion tendria que esperar.
El pueblo en si
es bastante grande para estar colgado a dos mil metros y ser tan inaccesible.
Nos dijeron que habia mas de mil quinientas casas en el pueblo, y que crece a
buen ritmo, a unas 15 o 20 casas al anyo. Hasta hace tres anyos era imposible
llegar por el camino en jeep, y solo se podia hacer andando desde Baluwa. La
habilitacion del camino ha posibilitado la llegada de materiales de
construccion y las casas que se construyen cada vez separecen menos a las
antiguas casas rusticas de madera y piedra y mas a los bloquecitos de colores
chirriantes y de hormigon que inundan el valle de Kathmandu y que los nepalies
parecen adorar y a mi me parecen mega horteras. Un senyor con el que hablaba en
el pueblo se lamentaba de ello, me decia que a el le gustaban las casas
antiguas. Tambien me explicaba como los bosques de alrededor eran cada vez
menos espesos debido a la lenya que todo el mundo cortaba para alimentar sus
adorables pero insostenibles hornos de barro. El senyor dirigia un club que se
dedicaba a fomentar la concienciacion y la sostenibilidad en la poblacion y
estubimos hablando de la odiosa mania nepali de echar toda la basura al suelo
de manera sistematica esten donde esten, llenandolo todo literalmente de
mierda. Parece ser que se estan haciendo esfuerzos en esta direccion en muchas
comunidades. En los pueblos como Barpak, al atardecer, se encienden pequenyas
hogueras en todos los rincones en las que se queman los papeles y plasticos
acumulados durante el dia. Asi se evita que la basura se acumule en todas las
calles, rios y campos de los pueblos de un pais que no tiene sistema de
recogida y procesado (y mucho menos reciclado) de residuos. Pero tambien llena
el ambiente de un olor molesto a plastico quemado, que se mete en las casas y
no debe ser nada bueno ni de respirar ni de emitir.
Imagenes de los paisages, gentes, rincones y calles de Barpak. |
El dia 28 llego
y con el nuestra marcha de Barpak. Queriamos ir andando hacia la ruta principal
que asciende al macizo del Manaslu, que va de sur a norte, desde un pueblo
llamado Arugat Bazaar. La intencion era llegar a esa ruta desde el oeste
(andando pues hacia el este) y tomarla, pero hacia abajo, de vuelta, pues
nuestra intencion no era subir el Manaslu. Nos hubiera encantado ir hacia el
norte y perdernos semanas por los valles tremendamente budistas y tibetanos que
colman la zona, pero no teniamos tiempo para eso.
La ruta del dia
28, pues, consistia en ir de Barpak al siguiente pueblo hacia el este, Laprak,
donde hariamos parada antes de andar otra dia hacia el este y llegar a
Khorlabesi, en plena ruta del Manaslu, punto desde el que volveriamos. El
camino fue penoso, sobretodo la primera mitad, que consistia en una dura
ascension de mil metros de desnivel que nos llevo varias horas y redujo un poco
nuestra esperanza de vida. Los locales, como siempre desconocedores de nuestra
patetica forma fisica, nos decian que se podia llegar a Laprak en dos horas y
media, o en cuatro si ibamos lentos. Yo, personalmente, creo que estan
completamente idos de la olla. Hacer el camino que a nosotros nos costo siete
horas en quatro me parece todo un logro, y hacerlo en dos horas y media una
proeza propia de un mito griego.
Pero la
ascension valio la pena. Cuando llegamos al punto mas alto de la ruta estabamos
en una cima de dos mil ochocientos y pico metros de altura, desde la que
podiamos ver el Boudha Himal, de seis mil metros, a nuestra izquierda, el
macizo del Ganesh Himal a nuestra izquierda, con sus siete miles, y en medio de
los dos y a lo lejos, la gran cumbre del Manaslu, un ocho mil. Era increible.
Andabamos ya por un camino llano de paisaje alpino. A nuestro alrededor habia
prados de hierba seca dorada y clapas de nieve testigos de la ultima nevada,
dos semanas atras. Los rododendros ya salpicaban las laderas de sus flores
rojas. Hacia calorcito y estabamos maravillados ante las vistas.
El Boudha Himal, de fondo en la dos primeras fotografias y el macizo del Ganesh Himal, con varios siete miles, al que Cami se dirige en plan epico en la tercera foto. |
Un guarrazo mio
que no tuvo consecuencias serias y otros mil metros de desnivel despues, pero
esta vez hacia bajo, llegariamos a Laprak, otro pueblecito colgado a dos mil
metros de altura. Si Barpak era inaccesible, Laprak era la guinda del pastel, y
si barpak nos parecio precioso, Laprak se llevo la palma. El pueblo estaba mas
embutido en una ladera, era mas caotico, mas pequenyo, sus calles eran mas
estrechas, mas rocambulescamente imposibles. A menudo no sabias si estabas
caminando por un callejon o estabas en el patio trasero de una casa. Todo era
de piedra, habia muchos arboles de flor blanca que le daban al pueblo un toque
primaveral y todo el mundo nos miraba y saludaba alegremente.
Como llegamos
completamente destruidos al pueblo nos quedamos en el primer guesthouse que
encontramos (habia dos o tres, para nuestra sorpresa), que estaba a las afueras
del pueblo y no nos permitia disfrutar de estar dentro del meollo. Al dia
siguiente rectificariamos el error y dormiriamos con otra familia Laprakenya,
en pleno pueblo. La estancia alla durante el dia 29 transcurriria como aquella
de Barpak. Comimos daal bhaat, esta vez de mano de una abuelisima aun mas gorda
y muy arrugada y graciosa que no paraba de traernos comida siempre sin que
nostros la pidieramos. Comida que despues nos cobraria, claro esta. Esta abuela
tenia aun mas guasa que la madre de Barpak, porque no nos trataba como a sus
hijos, sino como a sus nietos, y nadie hincha mas a un ser humano que una
abuela. Ademas esta abuela ni siquiera sabia decir OK, y la comunicacion entre
nosotros y ella fue mas primitiva que nunca. Nosotros estabamos en el piso e
arriba nuevamente, en una habitacion tipo guesthouse, con dos camas y una
ventana grande con bonitas vistas al valle. A bajo estaba la casa de la
familia, por la que pululaban gallos y pollitos a voluntad. La noche que
pasamos alli, la abuela nos sorepdnio al abrir un armario e la estancia
principal de su casa, en la que se encontraba un televisor, un home cinema y
television por cable. Ver Ratatouille en ingles con la abuela, el abuelo, la
hija, dos ninyas pequenyas, y un par mas de chicos que no se de donde salieron,
tuvo su gracia. La tuvo hasta que el chico que controlaba el mando a distancia
se harto de no entender la peli y puso una peli india de accion (como todas)
malisima hasta las trancas. Ahi se acabo la noche de cine en familia.
Fotos de Laprak, de nuestra habitacion mona y de los ninyos que se dejan fotografiar que da gusto! En este viaje solo tengo fotos de ninyos... |
Nos fuimos
entonces a dormir la ultima noche en Laprak antes de la pateada que nos
esperaba al dia siguiente. Sin saber que nos esperaba una noche horrible. Nos
pusimos a dormir bien prontito, como a las diez, o antes, pero el ruido de
nepalies extranyamente despiertos no nos dejaria dormir hasta mas tarde. El
gallo que habia en la casa empezo a dar sus chillidos avisando de la llegada de
la madrugada y nos desperto horas despues, solo que no era la madrugada. Eran
las malditas tres y media de la nochecisima y oiamos al gallo como si estuviese
cantando en nuestro mismo cerebro. El gallo cantaba durante diez minutos y
paraba otros diez. En estos diez minutos de descanso le tocaba chillar a la
cabra del vecino, al cerdo de al lado o llorar al bebe de la casa, al que nadie
se molestaba en prestar atencion. Ninguno de los dos durmio mucho mas des de
aquella hora. Queriamos levantarnos a las cinco pero nos levantamos a las seis
y media o asi, habiendo dormido necesariamente mal, y con prisa por marcharnos
pues teniamos que andar un monton hacia la siguiente parada, Khorlabesi.
Pero la abuela ya hacia mas de una hora y
media que estaba levantada y habia tenido mucho tiempo para cocinarnos
macarrones y tortilla con pan para desayunar. Nyam. Salimos, pues, mas tarde
aun de lo previsto, rumbo a la ruta principal del Manaslu, con miedo de no
llegar de dia, porque los nepalies nos auguraban unas seis horas de trayecto, y
eso para nosotros son nueve o diez.
Bajamos una
super bajada para llegar a un puente colgante que cruzaba el rio que daba
nombre al valle para pasar a la otra ladera de la montanya. Subimos una super
subida y a partir de ahi el camino transcurrio mas o menos llano hasta que
llegamos a Khorla, el pueblo desde el que empezaba una destructora bajada de
mil metros de desnivel hasta Khorlabesi, que ya estaba a unos humildes
novecientos metros de altura sobre el nivel del mar. El camino fue muy bonito
en muchos tramos del trayecto, aunque tambien peligroso, ya que era muy angosto
y transcurria con una pared a la izquierda y absolutamente nada a la derecha, a
parte de las vistas. Nos tomo, efectivamente, unas nueve o diez horas llegar a
Khorlabesi, absolutamente destruidos.
La mega bajada hacia Khorlabesi, el pequenyo pueblecito que veis a medio camino es Khorla. Aqui ya no podiamos con nuestras almas! El Ganesh Himal de fondo. |
Empezaba
nuestro camino de vuelta. Aunque nuestra intencion era avanzar un poquito mas
hacia el norte hacia las fuentes termales de Tatopani y volver a Khorlabesi
para iniciar la vuelta hacia el sur, decidimos obviar las fuentes, que no
parecian tampoco gran cosa, y volver al dia siguiente, ahorrando un dia y
dandonos mas tiempo para nuestra siguiente parada. Khorlabesi no era mas que una
calle con un guesthouse y una zona de acampada para las expediciones que suben
al Manaslu, asi que al dia siguiente marchamos hacia el sur. Nuestra intencion,
ese dia tres de marzo, era llegar a Soti Khola, el punto desde el que ya salian
jeeps que nos transportarian hacia el ultimo pueblo de la ruta. No conseguimos
llegar porque salimos de Khorlabesi a la una del mediodia, momento en el que
decidimos modificar nuestros planes de Tatopani. Como el camino era ahora llano
y facil y transcurria al lado de un gran rio por el fondo de un abruptisimo
valle verde y frondoso, andabamos rapido hacia Soti Khola. No llegamos porque
no teniamos mas horas de luz, asi que nos quedamos en el pueblo previo,
Lapubesi.
El dia
siguiente, ayer, fue de lo mas completito. Nos levantamos a las seis en
Lapubesi, andamos cuatro horas hasta Khola Besi, tomamos un jeep otras dos
horas hasta Arugat Bazaar, desde donde tomamos un bus que torcio hacia el oeste
rumbo a Gorkha otras cuatro horas, lugar al que llegariamos al atardecer. Asi,
tal como llegamos, llenos de polvo hasta las cejas y sudor y suciedad acumulada
de dias de duchas mas bien sosas, cerrabamos el circulo. Habiamos salido de
Gorkha hacia el norte en bus, y llegabamos en bus tambien desde el oeste, en un
viaje que habia durado una semana.
La ducha (fria)
y la cena, fueron una delicia y esta manyana hemos amanecido aqui, dispuestos a
tomar un bus hacia la siguiente y ultima parada del viaje nepali, el Parque
Nacional de Chitwan. En mi primer viaje intente evitar las masas de turistas
que se agrupan en este Parque huyendo hacia el de Bardia, al oeste, a
diecisiete horas en autobus. Pero esta vez tenemos unos pocos dias muestros
antes de tomar el avion de vuelta a Dhaka y no podemos irnos muy lejos, asi que
vamos a darle una oportunidad al recurrido Chitwan, en el que, pese a las
masas, se agrupan importantes poblaciones de rinoceronte asiatico, tigre de
bengala, varias especies de ciervos y monos, mas de quinientas especies de aves
y un largo etcetera. El parque esta a unas comodas tres horas en autobus local
que tomaremos al mediodia.
En fin bonobos,
esta ha sido una larga actualizacion que me ha costado mis horas escribir!
Espero que la hayais disfrutado. Ya llevaba muchos dias sin actualizar y os
debia una senyora cronica. A ver quien se la lee entera sin hacerlo en diagonal
:P
Tota una aventura!!! M'ha encantat la crònica, les seves fotos, els poblets, els nens, les muntanyes tan altes ... Quina experiència, nois!
ResponderEliminarAprofiteu i exprimiu el màxim els dies que us queden en Nepal.
Un petonàs
M'oblidava. La foto de la nena és xulíssima!!!
ResponderEliminarUri, que bueno que tenemos noticias vuestras!!, me ha encantado lo que habeis vivido, lo que has descrito tan bien..., y las fotografías...!! he podido hacerme una ligera idea de lo que habeis caminado...y sólo de pensarlo...me he cansado...cuidaros mucho y no tardar por favor en escribir de nuevo, un abrazo grande, grande.
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